Nací oyente. Aproveché la audición mientras pude.

Recuerdo cuentos infantiles escuchados de una tía mucho antes de entrar al colegio, y creo que esa entretención fue un modo de preparación para gustar de todo lo escrito que con el tiempo pasaría por mis ojos. También tengo una sensación de ritmo por haber escuchado a través de la radio canciones folclóricas además de las noticias de la segunda guerra mundial.

Mi papá era médico, hecho que influyó en mi estadía en el hospital Roberto del Río, enferma de meningitis tuberculosa (1946-1948), donde fui una niña más sociable y amistosa de lo que se puede esperar a una pequeña de seis a siete años.

adriana

No me di cuenta de la sordera. Los médicos me hacían bromas hablándome de cara a cara, y les respondía (sobre todo al Dr. Duffau).

Solo al volver a Chillán una noche, en vez de hablarme, me escribieron mis papás , hasta que descubrieron que era más económico el alfabeto manual que los papeles.  Y esto duró mientras no cayeron en cuenta de que mientras más tranquila y alegre estaba la persona que me dirigía la palabra, mejor le entendía sin necesidad del alfabeto manual.

Mientras mi familia vivió en Chillán, mi vida transcurrió entre esa ciudad y Santiago.

Conocí el colegio de Sordomudos y Ciegos el año 1950, ubicado en esa época en calle Gay.

Al poco tiempo,  me presentaron a la señora Yolanda Eissman Sanderson, quien sería mi primera profesora de lectura labiofacial.

El año 1952 lo pasé en Chillán donde tuve todo el año con profesora particular (Enriqueta Sandoval), que iba a mi casa a darme clases, preparándome así para dar exámenes válidos en la Escuela República de México.

El año 1953 nos vinimos a vivir a Santiago. El año 1954 ingresé al Liceo Comunal de Ñuñoa, con mi hermana Any de compañera de curso.

Ella me pasaba los apuntes que dictaban las profesoras. Terminada la educación secundaria, el año 1960 me fui al Insucofe Nro 4. Ahí encontré compañeras siempre dispuestas a ayudarme, y me gradué de contador después de un examen escrito y oral, como era acostumbrado en esos años (1964).

Después de buscar trabajo la señora Yolanda Eissmann fue mi presentadora al Tesorero Municipal y tras dar un examen fui aceptada. Trabajé ahí casi 38 años.

Tal es mi biografía. Creo que vine a la vida preparada para hacer frente a la dificultad que implica quedar sorda.

 

https://aysor.cl/inicio/wp-content/uploads/2016/12/adriana.jpghttps://aysor.cl/inicio/wp-content/uploads/2016/12/adriana-150x150.jpgadminTestimonios & EntrevistasNací oyente. Aproveché la audición mientras pude. Recuerdo cuentos infantiles escuchados de una tía mucho antes de entrar al colegio, y creo que esa entretención fue un modo de preparación para gustar de todo lo escrito que con el tiempo pasaría por mis ojos. También tengo una sensación de ritmo...